Hoy volví a la gloriosa tarea de nadar

Es una experiencia de todos deben practicar siempre. Foto Héctor Castillo

Esta mañana, despuntando el alba, le torcí el pescuezo a la flojera, agarré mi bolso y me fui a nadar. Mientras iba camino al Parque Miranda a encontrarme con mi profesor Carlos Guevara, no pude dejar de pensar en los tiempos aquellos del Velódromo Teo Capriles, con el entrenador Benítez y sus 400 metros de tablitas FIJOS cada tarde entre 4 y 5.
Nadar es algo que me ha realizado muchísimo en la vida. Mi vieja Clarita Delgado una vez me contó que estuvo a punto de morir en el río Neverí, ya que comió casquillo de unas amigas y se tiró al agua sin sabar nadar. Yo no estaría escribiendo estas líneas.
Por eso, en 47 años de vida y con más de 16 metido en el "maravilloso" mundo de la hipertensión, la natación ha sido una compañera de vida para mejorar la condición física, para admirar a leyendas como La "China" Hung y de paso ayudar a hacer crecer nuestras queridas y en muchas oportunidades maltratadas disciplinas acuáticas como periodista.
Volver a la piscina, a estas alturas del partido, me ayudará a ser un tenor mucho más útil en el Coro Polifónico Rafael Suárez, a caminar sin perder el aliento y a decir no pocas verdades en el momentos en que sea preciso decirlas. Les seguiré contando.

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