Gente que me encontré en el camino: Armando Naranjo y Ana Mercedes Peñalver
Armando Naranjo, todo un señor Periodista. Foto FP |
Hoy es el cumpleaños de dos personas fundamentales en mi vida, dos seres entrañables, dos seres íntegros que han acudido a mi llamado en los momentos críticos y también en los alegres. Ellos son Ana Mercedes Peñalver Bolívar, mi amada madrina que está en el cielo, y mi maestro Armando Naranjo Vázquez, decano de los periodistas del baloncesto venezolano.
De la primera, pudiera contarles muchísimas historias: desde los abrazos sentidos y sinceros, de su casa generosa en Fundacagua, pasando por el tiempo en que me curó una sarna feroz de carajito, hasta el día que me salvó la vida, cuando manejaba de noche desde Valencia a Caracas, luego de entrevistar al DT de Trotamundos, Osiris Duquela en 1988. Si no me paraba en su casa a descansar, segurito que no estaría escribiendo estas líneas.
Bendición Madrina! Foto Alejandro Alvarez Peñalver |
Armando Naranjo, caraqueño nacido a una cuadra del Hotel Majestic en 1933, encarna la manera más intensa de amar al deporte y al periodismo, encarna a un padre de familia ejemplar y a un venezolano al que le duele su país, sin patrioterismos ni bolserías. Detrás de su consabida mesura y serenidad, Naranjo es una referencia obligada a la hora de enumerar a personas que llegaron a la prensa para dejar huella, no para manosearla.
Yo lo conocí personalmente en la cancha de básquet de la Academia Militar de Venezuela en 1987. Ya lo había leído y envidiado por su talento y genialidad, al escribir su columna Quinteto en el diario El Nacional. Mi hijo mayor, Gabriel Armando Peñalver Ramallo, tiene su nombre en honor a este señor que ha tenido el detalle de tomarme en cuenta a la hora de emprender proyectos, iniciativas de las cuales siempre he salido fortalecido y grande.
Gremialista a carta cabal, Naranjo es el faro para las nuevas generaciones de colegas, hoy muy dados a sucumbir ante la inmediatez farandulera por encima del estudio y el análisis.
Gracias madrina; muchísimas gracias, Profesor.
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