Los Héroes de Portland más allá de la hazaña y el fanatismo


A mis hijos Gabriel y Gustavo, por el futuro próspero que les espera!

Cuando comencé en el periodismo deportivo, hace ya más de un cuarto de siglo, una de las ideas más odiosas con las que me topé en el camino fue aquella que sentenciaba "por encima de los Héroes del 41 no habrá nada más en la historia", idea ardorosamente defendida por quienes tuvieron el honor de ser testigos de la dorada gesta que llevó adelante el beisbol en la Serie Mundial de La Habana.
El paso del tiempo se encargó, no sólo de prestigiar lo que realizaron Daniel "Chino" Canónigo y sus compañeros, sino que le dio oportunidad de brillar a otras manifestaciones deportivas como el Boxeo ("Morochito" Rodríguez, los campeones del Cinturón de Diamante), el Hipismo con "Cañonero" en 1971 y posteriormente al baloncesto, que en la década de los años 70 vio nacer a la Liga Especial, idea del siempre activo Leonardo Rodríguez Juárez.
Poco a poco, aquellos "locos del 4.30" en tiempos de Carlos Andrés Pérez I, impusieron una idea que se multiplicó por factible, necesaria y eficiente.
Al amparo del roce con jugadores venidos de las mejores universidades de Estados Unidos, los basqueteros venezolanos crecieron en cantidad y calidad, hasta elevarse a finales de los años ochenta del SXX a las cotas más altas de la montaña, cuya cúspide fue coronada el 5 de julio de 1992, cuando enfrentamos al Dream Team ORIGINAL de los Estados Unidos, en el Preolímpico de Portland.
Recordamos que a su arribo a Maiquetía, una fervorosa masa humana les tributó una ovación que pocas veces se ha escuchado en este país. Como ayer y como ahora, los tarimeros con poder buscaron salir en la foto, con aquellos muchachos, siempre enfocados por las cámaras de Radio Caracas Televisión, canal cuyas imágenes son pirateadas ahora y con fines electoreros por parte de la Nueva Pdvsa.
Han pasado 20 años y, con pesar, tendremos que decir que los Héroes de Portland han dado para todo. La hazaña de Julio Toro y sus hombres  no debe convertirse en un fetiche, en un techo para las futuras generaciones de basqueteros tan o más talentosos que los fraternos muchachos de aquellos tiempos de mediados de los años 80 del SXX.
El grupo de jóvenes atletas que intervino en el Repechaje puso lo mejor de si y, el hecho de tener a dos clasificados a Londres en el mismo grupo, habla a las claras de lo empinado del sendero. A pesar de la fugaz rabia y del despecho por lo que pudo haber sido y no fue, soy optimista por lo que viene: porque la Vinotinto del básquet va a darnos más y mejores momentos que los vividos en Portland en un ya lejano 1992.

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