Hace varios domingos, no tantos como yo quisiera, le veo a la distancia, conversando con su nieto y sonriendo desde la profundidad de sus azules ojos de viejo buena gente. Es italiano, aunque los burócratas de ese país aún le niegan su pensión porque a su pueblo lo arrasó una bomba, tiene noventa y tantos años. Cuando puede comunicarse, cuando la sordera le da tregua dice que es fotógrafo, que llegó a Colombia en un barco huyéndole a la bestia de la II Guerra Mundial. Que estando en la bendita patria vecina, escuchó que los reales estaban en Venezuela: uno a uno se trajo a toda su gente y estableció un familión enorme de esta lado de la raya. Con una cámara, hizo de todo un poco: documentó la finalización del paseo Los Próceres, la construcción de Guri, las fiestas más importantes de Caracas, hasta llegar a fotografiar el día a día de la construcción de la mansión de la familia Cisneros en La Romana, República Dominicana . Hasta hace poco, antes de retirarse, estuvo en Maca...